Debajo del enebro

Debajo del enebro

La historia del profeta Elías me llena de asombro. Bien claro tengo que quien esto escribe no le podría llegar ni a las suelas de sus sandalias, aunque no obstante ello, no puedo dejar de sentirme profundamente identificado con su personalidad.

Venía de obtener rotundas victorias en la fe. Había multiplicado el aceite y la harina de las tinajas y resucitado al hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes cap. 17). Con su clamor Dios lo había bendecido en tremenda manera cuando encendió el fuego de la ofrenda aun estando completamente mojada, ante los adoradores de Baal. Hasta tuvo algún asomo de humor cuando les dijo a sus profetas “tal vez su dios está durmiendo…” (1 Reyes 18:27).

Sin embargo, cuando Jezabel pidió su cabeza, se asustó y huyó al desierto. Exhausto, tras un agotador día de camino, no quería otra cosa que morirse. “Señor, estoy harto…” protestó y se quedó dormido a la sombra de un enebro.

Por dos veces el ángel del Señor lo despertó y le dio de comer y de beber. Tenía que fortalecerlo. Un largo camino aún le esperaba a Elías, hasta el monte Horeb.

Muchas veces me he sentido así. ¿Y tú? ¿No te ha sucedido alguna vez, que después de uno o tal vez varios logros importantes en tu vida, como un fantasma de entre las sombras, emerge la depresión? Es difícil explicarlo. Es difícil entenderlo. Pero a algunas personas nos sucede así. De la luz a la oscuridad. De la victoria a la derrota. De la humorada a la tristeza más profunda. ¡Qué bueno que Dios nos haya mostrado esa faceta tan humana de Elías!

Tal vez en algún momento de nuestra vida nos pareció estar en la cúspide de la pirámide. Nos sentimos bien, “acariciados” por esa extraña mano del éxito… y hoy la vida es oscuridad, incertidumbre. Sin importar las circunstancias, lo que antes estaba tan claro, lo que otrora fue un verde oasis, ahora es un desierto.

Cuando nuestras propias fuerzas ya no responden, cuando el agotamiento se hace presente, cuando las penurias de la vida nos agobian a tal punto de ya no querer vivir… es tiempo de caer rendido bajo el enebro.

Dios envió a su ángel para fortalecer a Elías. El Dios de Elías, es el mismo Dios en quien nosotros hemos creído. Ese ángel está en camino para fortalecerte cuando rendid@ hayas entregado completamente el gobierno de la situación a Dios.

¡Animo! Dios será el Señor de tu victoria, sólo si antes tú lo haces Señor de tu derrota.

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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5 Comentarios

  1. pepito dice:

    que bien que Dios se fortalece en nuestras debilidades …..gracias!

  2. naty dice:

    esta pagina hasido de gran ayuda para lebantar nuestros animos gracias por tenernos encuenta les doy muchas gracias y bendiciones por esta gran puerta que nos han puesto para levantarnos y no mirar atras con cariño un hermana mas de ustedes dtb

  3. Esther dice:

    Amen! asi es Dios sera el Señor de tu Victoria

  4. ESMERALDA dice:

    hoy bendigo a mi Dios, porque ha hablado en un momento preciso a mi corazon hoy tengo esperanza y declaro que despues de la depresion viene su angel a mi ayuda. Dios bendiga al siervo que se dejo usar al escribir este devocional.

  5. Fernando dice:

    Doy gracias a Dios por estos momentos de devocional, en que el Señor ulitiza esta página para darme un mensaje de aliento y confianza en momentos difíciles y no tan difíciles y hacer mi vida espiritual mas fuerte.

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