Olimpíadas especiales

Olimpíadas especiales

Hace años, en oportunidad de realizarse las olimpiadas para personas con discapacidad en la ciudad de Seattle (EE.UU.), que en una valoración más positiva, en mi país se las denomina “Olimpiadas  especiales” en alusión a “capacidades especiales”; varios participantes con diverso grado de deficiencia mental, partieron desde la línea de largada de la carrera de los cien metros llanos. La consigna era dar lo mejor de sí y terminar la carrera.

Uno de los chicos, a poco de salir tropezó y cayó. Frustrado, golpeado y desanimado se quedó en el piso llorando sin atinar a levantarse y continuar.

Los otros, que ya se habían adelantado un poco, escucharon sus llantos, se pararon todos y cada uno de ellos se volvió sobre sus pasos.

Una de las chicas -cuenta la crónica- con síndrome de Down, se arrodilló junto al joven caído, le dio un beso y le dijo: “¡Ya estás listo para ganar!” Lo ayudaron a levantarse y todos juntos abrazados se encaminaron hacia la meta.

Un estadio entero estalló entonces en una vibrante, emocionada e intensa ovación de pie, que duró muchos y largamente prolongados minutos. Tanto fue así que a pesar del tiempo transcurrido desde aquella memorable jornada, hoy muchos espectadores recuerdan el evento como si hubiese sucedido ayer.

Hoy, cuando el individualismo, la competencia y la globalización; la apatía y el helado puñal de la indiferencia están matando hermanos, amigos, vecinos… prójimos; no puedo menos que sentirme profundamente identificado con ambos protagonistas de esta historia.

Si bien quien esto escribe no tiene -¡esto, al menos en mis propias palabras!- deficiencias mentales, o alguna clase de discapacidad en lo físico … como muchas personas que transitan por esta vida; ¿quién de nosotros está plenamente “capacitado” para presentarse ante Dios y decir: -“Soy absolutamente normal y no tengo incapacidad alguna, ni defecto?” Hasta donde sé, ABSOLUTAMENTE NADIE.

Sin lugar a dudas ese muchacho caído en carrera y llorando ha sido quien esto escribe muchas veces. Y otras veces, muchas menos -debo reconocer- he sido la niña todo corazón que se vuelve, sin importarle ganar la carrera, le da un beso y le infunde una dosis gigante de ánimo y aliento al caído para continuar. Pero no se queda conforme con eso. Si no van TODOS JUNTOS, no va ninguno.

Ya va siendo hora de dejar a un lado la apatía yla indiferencia. Quenuestras oraciones vayan acompañadas de acciones concretas. Que reconozcamos de una vez por todas que en este mundo todos estamos corriendo no otra cosa que “olimpíadas especiales” aún cuando algunos han conseguido adelantarse algo más que otros. Que todos los que estamos en carrera sin excepción de ninguno, tenemos algún grado de discapacidad, que no lo podemos todo; pero que sin embargo, hemos sido dotados de “capacidades especiales” que Dios tuvo a bien darnos. Que éstas sólo funcionan en equipo y que sólo nos llevarán a la meta a todos juntos unidos en un todo.

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.mensajesdeanimo.com 



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4 Comentarios

  1. fe dice:

    Gracias !!! Estoy de acuerdo en todo, que hermoso mensaje , cuánta gente maravillosa entre los llamados “especiales”, cuanto tenemos que aprender de ellos.
    Gracias por el mensaje,indudablemente te inspiró Dios.
    Gracias otra vez porque me ayudan a ser mejor persona.

  2. Pablo E. Castillo dice:

    Estimado Luis, después de leer este msj, me quede pensando en lo que dijiste, De que ya es hora de dejar la apatía y la indiferencia, y hacer uso concreto de las capacidades que Dios nos ha dado a todos, para podernos amar con sinceridad como Dios nos ha amado a nosotros. Te comparto dos experiencias personales: La primera se trata de una linda mujer, que supuestamente es creyente, nunca hable con ella, admito que me gustaría, pero nunca me saluda y es indiferente hacia mi persona. Siempre pienso que si somos hermanos, un día iremos al cielo, y allí recién descubriremos nuestra hermandad. La segunda, se trata de un chico que padece Síndrome de Down, es cariñoso, amiguero y bien desenvuelto dentro de sus limitaciones, es decir anda por toda la ciudad, todos los días acompaña a los colectiveros, equipado con su boletera, boletos de repuesto, etc, etc. Todos lo conocen, llega él y se integra como cualquier chofer, con chistes, muecas, y simula discusión con algún Inspector, y todos se ríen de verlo tan despierto a pesar su condición. Cuando me ve a mi, se viene contento, me abraza, yo lo abrazo como a un hermanito, le converso xq algo le entiendo de lo que dice, él se ríe feliz, mientras la gente de alrededor nos mira a ambos, pensando talvez que somos padre e hijo, pero lejos de pensar en las miradas discriminatorias de algunas personas, yo lo animo, lo hago reír, y luego le digo, toma comprate una coca-cola, y le doy dinero, aunque no se si le cobrarán, porque todos saben quién es y le regalan de todo, tanto en los bares como en las florerías. En pocas palabras Robertito es un grande entre los tucumanos, todos lo conocen, y el que no, se lo pierde. Pido disculpa por lo extenso del comentario, pero vale la pena poder demostrar con él, que Dios ha derramado un amor tan grande, tan puro y tan perfecto en nuestros corazones, capaz de superar cualquier expectativa, y solo depende de nosotros que dejemos la apatía y la indiferencia, para darlo a conocer, y hacerlo sentir en todo lugar y circunstancias. Gracias Hermano Luis, QDTB.

  3. Aurvy jhosselyn dice:

    Hola lo anterior dicho me parece unas palabras muy sabias, aveces tenems q dejar de ser las personas que nos obliga hacer la sociedad , para comenzar hacer cada uno , con cualidades unicas,viendo en las demas personas los grandiosas que son , luchando por lo que se quiere!! dandolo todo sin esperar nada a cambio !! DIOS LES BENDIGA

  4. benjamin gaviria dice:

    todos somos iguales a los ojos de Dios,y todos tenemos las mismas oportunidades en esta vida,con la ayuda de otros podemos pararnos y ser unos ganadores,con sonrrisas que jamas se borraran

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