Instante mágico
¿Te ha tocado vivir situaciones extremas que muchas veces superan la ciencia ficción? A mí me tocó vivir una la semana pasada que realmente rondó mi cabeza durante varios días, es más, aún lo hace.
Era un miércoles en la mañana en el Colegio en el que trabajo, el día había transcurrido con normalidad, el sol alumbraba el patio central y cada uno de los estudiantes realizaba sus actividades de manera habitual. Se acercaba la hora del almuerzo y todos, excepto una persona, sentían que el día estaba transcurriendo sin ninguna novedad, sin nada que lo hiciera distinto. Pero no era así para Francisco (vamos a llamarlo así), mientras estaba en el comedor se le cruzaban por la cabeza una serie de pensamientos, ideas, emociones y sensaciones que se apoderaban de él sumergiéndolo en un estado de extremo colapso que lo llevó a tomar una decisión radical que cambiaría su vida.
En medio del comedor, alejado de sus compañeros y aún con la comida caliente sobre la mesa pasó lo inesperado. Francisco tomó una bolsa de nylon y sin pensarlo dos veces la puso sobre su cabeza y jalando ambas puntas las apretó alrededor de su cuello. Algunos de sus compañeros se percataron de esta escena y horrorizados corrieron a socorrer a su compañero, en medio de la angustia no sabía si romper la bolsa, ir a buscar a su profesora o quedarse allí con él. Entre todos los presentes lograron hacer fracasar el intento de quitarse la vida rompiendo la bolsa y liberando su cabeza y cuello. Sin lugar a dudas este ya no era un día común y corriente para nadie de los que estaba allí.
Una vez que la profesora de Francisco fue advertida de la situación, conversó con él y llamó a los padres del niño para solicitarles que asistieran al colegio de manera urgente. Mientras los esperaban, Francisco le contó a la profesora que estaba sufriendo porque sus padres no lo escuchaban, porque quisiera poder comunicarse mejor con ellos, que no lo dejaban explicar las cosas y que sólo le llamaban la atención. Al llegar los padres, Francisco repitió una vez más lo que le dolía, lo que lo hizo querer dejar de vivir; el padre lloraba amargamente y la madre intentaba justificar su ausencia a través de argumentos que en aquél momento no parecían suficientes. Francisco estaba allí, minutos después de haber querido perder la vida, tratando de contar cómo se siente, intentando recibir apoyo de sus padres, tratando de encontrar en ellos razones para quedarse en este mundo. No sé si las habrá encontrado, al menos no sé si en ellos.
Lo que más me estremece de todo esto, es que Francisco tiene 10 años… Sí, sólo 10 años de edad.
No sé si en algún momento de la vida nos hemos sentido como Francisco, sin salida, sin deseos de “participar” de la vida que nos ha “tocado” vivir. Tal vez en ocasiones hemos sentido mucha adversidad y eso nos ha impedido ver aquello que Dios pone frente a nuestros ojos. Hay un autor que escribe que todos los días Dios nos da, junto con el sol, un instante para cambiar todo aquello que nos hace infelices, ese instante puede ser cuando metemos la llave en la puerta, o cuando nos cepillamos los dientes, es un “instante mágico” que todos tenemos, sólo que algunos pueden percibirlo y otros no. El instante mágico de Francisco fue, tal vez, el recibir el apoyo, amor y preocupación de sus compañeros; tal vez el instante mágico de los padres fue el aprender a escuchar a su hijo y re inventarse como padres. Tal vez el instante mágico para mí, fue el dar gracias a Dios porque no era yo quien pensaba en ponerse esa bolsa sobre el cuello…no lo sé…sólo sé que ese momento es real y es un encuentro cara a cara con Dios, con lo que Él tiene para nosotros en el futuro inmediato y en el lejano, en el camino que decidamos transitar.
Que todos los días, junto con el sol, podamos identificar ese instante mágico que nos permite cambiar todo aquello que nos hace infelices y que nos encuentra a rostro descubierto frente a nuestro creador…
Autora: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com