“Soy mujer…

“Soy mujer…

soy mujer… me quiero, me cuido y me respeto” fue el lema de un Campamento de Formación Cristiana en el que tuve el privilegio de participar durante la semana pasada. Un grupo  de sesenta adolescentes de entre 15 y 16 años se reunían en torno al fortalecimiento de su femineidad y el descubrir su identidad de mujer.

Mientras estaba en la localidad de Quepilcho junto a estas jovencitas, me impresionaba el ver cómo cada una de ellas iba aprendiendo sobre ellas mismas y eran capaces de descubrir su propia belleza, mucho más allá de lo físico o exterior, si no descubriendo la verdadera belleza que se encuentra en su interior. En nuestro interior.

Pese a que en algunas fechas del mes resulta físicamente muy incómodo el ser mujer, me parece que es un tremendo privilegio. Nuestra naturaleza femenina está orientada hacia el cuidado de otras personas y a ser portadoras de vida. Podemos transportar en nuestra barriga a un ser durante nueve meses y disfrutarlo…si eso no nos hace ser extraordinarias, no sé qué podría hacerlo.

Para mejorar aún más la experiencia, hubo lluvia de meteoritos en medio de un cielo inmensamente oscuro y alejado de todo ruido y contaminación ambiental, la verdad es que era el escenario perfecto para reflexionar y centrarse en lo que nos reunía en ese lugar: ser mujer.  Pese a lo distinta que podían ser nuestras historias compartíamos una naturaleza que nos hace ser excepcionales.

Sé, en carne propia, lo difícil que resulta a ratos el ser mujer, sé que hay una serie de pensamientos que rondan nuestra cabeza TODO el día y que en ocasiones no nos soportamos ni nosotras mismas, pero también sé que si Dios decidió que fuéramos mujer fue porque tenía grandes razones para decidirlo así.  Me impresiona el pensar que como Dios nos ama tantísimo, quiere lo mejor para sus hijos, y para Él, lo mejor para nosotras fue el  hacernos mujer, lo que significa que no fue una selección de cromosomas lo que nos dio esta naturaleza, si no Dios mismo.

Diariamente podemos transitar por la vida sin reparar en estos detalles, sin darnos cuenta del regalo que Dios nos dio y sin cultivar nuestra femineidad por distintos prejuicios o ideas lejanas al verdadero plan de Dios. La ética de la mujer es una ética del cuidado y diversos estudios expresan que el género femenino es capaz de desarrollar mayores umbrales de misericordia que los varones, por lo tanto, el diseño que Dios hizo de nosotras es PERFECTO, por más imperfecto que pueda verse a tu vista.

Me entusiasma saber que Dios creyó que tenía las características necesarias como para nacer mujer; me entusiasma tener la certeza de que Dios pensó que yo era la suficientemente responsable como para portar una vida dentro de mí, pero lo que más me impresiona de todo esto es que mi ser mujer se conecta totalmente con el llamado y el propósito que Dios tiene para mi vida y para la tuya.

¡Ser mujer fue el primer gran regalo que Dios pudo habernos entregado!

Autora: Poly Toro

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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