La palabra del 2012
Resulta tremendamente necesario realizar cierres y evaluaciones cuando un año se acaba. Anualmente los estudiantes deben rendir exámenes finales que indican si pasan o no al siguiente curso o nivel de estudios. En las empresas se hacen balances de lo que fue el desempeño en el mercado y las ganancias económicas obtenidas. De una u otra manera evaluamos los términos de ciclo.
En varias ocasiones, las evaluaciones proponen desafíos a perseguir y van alentando a las personas para ir fijándose metas y proyectar lo que será el trabajo a seguir. No obstante, este evaluar constantemente no se extrapola, muchas veces, a nuestra propia vida; raras veces nos sentamos a reflexionar sobre la marcha de los acontecimientos, esperamos que éstos pasen y de esta forma evaluamos lo que podríamos haber realizado y no hicimos. En general, el ser humano es mucho más reactivo que preventivo.
El espíritu de gratitud que rodea a la gente en periodos de finalización de año es el escenario perfecto para acoplarse a ellos y mantener un corazón agradecido. Pero no todo puede ser gratitud, también debe existir un aprendizaje, algo que “saquemos en limpio” del año que termina, algo que “nos llevamos” del año que pasó, para que no se transforme en 365 días más en que vivimos y estuvimos en el mundo sin ser parte de él, o sin tomar protagonismo de nuestra propia vida.
Para reflexionar tenemos que hacernos algunas preguntas y meditar en ellas: ¿qué aprendí este año?, ¿en qué crecí o maduré?, ¿qué metas cumplí?, ¿qué sorpresas me llevé?, ¿qué desafíos me proyecta el año que se iniciará?, ¿qué estoy dispuesto hacer para lograr mis metas?, ¿de qué forma enfrentaré los desafíos que se me presentarán?, y un laaaaaaargo etcétera. Pueden ser infinitas preguntas, muchas de ellas pueden quedar sin responder, lo importante es hacerlas, hacérnoslas.
Hace un par de meses atrás escribí un artículo titulado “¿Cuál es tu palabra?”, en donde invitaba a reflexionar en torno a una palabra que lograra encapsular el tiempo (no cronológico, el “interior”) que cada uno de nosotros vivía; me gustaría que pudiésemos hacer el mismo ejercicio para evaluar año que está finalizando. Si tuviéramos que escoger una palabra, una sola, para definir cómo ha sido el 2012 para nosotros ¿cuál sería?, ¿por qué escogemos ésa y no otra? No me parece menor que logremos abreviar todo un año en un solo concepto, porque nos permite obtener una paronímica completa de lo que hemos vivido.
Así también, podemos meditar en cuál queremos que sea nuestra palabra para el 2013, la que oriente nuestro actuar, la que nos aliente en el día malo, la que nos impulse cuando no lo estemos pasando bien y la que nos hará sonreír cuando estemos disfrutando. Cuando escojamos esta palabra debemos estar conscientes de que debemos trabajar a favor de ella, que las decisiones que tomemos deben estar directamente relacionadas con el acercarnos a que ésta se exprese en nuestra vida y la dirija.
El lenguaje crea realidad, una sola palabra tiene un poder creativo que supera todo entendimiento lógico, pero es capaz de transformarlo todo. Comencemos 2013 así, transformándolo desde ya, decretando cómo será y lo que vendrá.
Sabiendo esto ¿cuál será tu palabra para el 2013? Yo tengo muy clara la mía ¿y tú?
Autora: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com