Caza-fantasmas
Existen diversas historias sobre estos personajes, muchos afirman haberlos visto y haber tenido experiencias escalofriantes con ellos, otros, no han tenido la misma experiencia y tampoco creen en su existencia. De niños, podíamos ser más propensos a creer en su presencia e incluso asustarnos pensando en que rondaban nuestra casa o vivían debajo de la cama.
Lo cierto es que los fantasmas como tal no sólo aparecen en nuestra experiencia infantil, sino que en nuestra vida adulta también tienen presencia, tal vez no con la apariencia holográfica de la niñez, pero existen fantasmas de carne y hueso que precisamente no viven bajo la cama, sino que en nuestros recuerdos.
Las relaciones humanas son muy complejas de construir y muy fáciles de estropear; interactuar con cientos de personas distintas a nosotros y con intereses diversos es enriquecedor, pero a la vez requiere de un trabajo consciente de acoger y entender estas diferencias. Cuando en estas interacciones tenemos dificultades o problemas, vamos “guardando” en alguna parte de nuestra memoria un sedimento asociado a la experiencia que tuvimos y que, de vez en cuando, vuelve a aparecer cuando nos enfrentamos a una situación similar o cuando “bajamos la guardia”. Por ejemplo, si hemos tenido una relación sentimental difícil y en donde la desconfianza ha sido la tónica, una vez que esa relación termine y vuelva a involucrarme con alguien, ante la muestra más ínfima de desconfianza el fantasma de esta relación aparece galopante en mi memoria intentando asustarme y paralizarme, tal como en las películas.
Así como este fantasma pueden existir muchos más. Si cuando niña tuve necesidades económicas y sufrí por aquello, ante el primer problema económico en mi adultez aparecerá este fantasma atemorizante que me recuerda lo mal que lo pasé y lo difícil que fue aquel episodio, asegurándome que volverá a ocurrir lo mismo. Eso es lo que hacen los fantasmas, atemorizan y paralizan, pero también son poco ingeniosos porque siempre repiten los mismos trucos y se basan en lo que les funcionó antes, pensando que podrán asustarnos igual que antes. Los fantasmas realmente saben nada.
Es muy posible que hoy te estés enfrentando a un fantasma, puede ser una situación que se repite y re-edita tus experiencias anteriores, o puede ser alguien de tu pasado que vuelve a hacer una aparición triunfal en tu vida. Sea como sea y quien sea el fantasma, hoy tenemos la posibilidad de exterminarlos y mantener nuestra paz. Hay alguien que ha vencido a todos nuestras fantasmas.
Cuando Cristo murió en la cruz sepultó tu pasado y cada día que pasa Él parte de cero contigo. Su amor y bondad son tan grandes que Él nunca te mandaría un fantasma para hablarte de tu pasado y producir en ti dolor o angustia, a Cristo le gusta que te sientas feliz y que tus fantasmas estén en paz. Él habla de tu futuro con alegría y ha decidido no volver a recordar tu pasado, salvo para promoverte, potenciarte y proyectarte al futuro. Los fantasmas no vienen de parte de Él, vienen desde nuestra “cabeza”, o mejor dicho, de nuestra alma.
Cada vez que ten enfrentes a un fantasma recuerda que es sólo un holograma flotando en el aire, no es ni será nunca más importante que tu presente y tu futuro, no tiene mayor impacto y tienes la autoridad para sacarlos de tu vida confrontándolos con las promesas de Dios. Si tu fantasma se llama ansiedad, declara la Palabra que dice que en paz te acostarás y así mismo dormirás porque sólo el Señor te hace vivir confiadamente, si tu fantasma se llama inseguridad recuerda que Cristo es tu roca fuerte, en Él puedes confiar…y así una serie de promesas ad hoc a cada uno de los posibles fantasmas que intenten rondar tu vida. No los dejes que te asusten, ni que te paralicen, ahuyéntalos tú con el poder que la cruz tiene para enfrent5arse a todo y a todos.
¡Transfórmate en un caza-fantasmas!
Autor: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com