Ganar perdiendo

Ganar perdiendo

ganar perdiendoUn poco paradójico el título, pero dale una oportunidad a la disonancia cognitiva y continúa leyendo.

En nuestra cultura el ganar es una práctica que a todos les gusta experimentar y el perder una que nadie quiere vivenciar. De hecho, socialmente es muy aceptable y muy bien visto que tu vida esté llena de aciertos y con un número menor de fracasos que sólo le agregan variedad a tu biografía. Perder es humillante y sobre todo si es en público o frente a otra persona que consideramos “inferior” a nosotros (no nos hagamos los santos, eso nos pasa, aunque lo encontremos horrible), y aunque después le podamos encontrar el sentido igualmente la experiencia es para nada grata. Sin embargo, existen ocasiones en que el perder trae una tremenda ganancia, y no hablo solamente de perder peso, si no de ganancias eternas.

Cuando enfrentamos una discusión o un problema relacional producto de dos puntos de vista distintos, cada uno de los que está involucrado  defiende con vehemencia aquello que cree, muchas veces siendo más la forma la que resulta ofensiva que el fondo del asunto ¿cierto? Ganar perdiendo significa que producto de que yo abandono la contienda y trato de llegar a un terreno más conciliador, aun cuando eso implique aparentemente perder la discusión, gano la posibilidad de que el otro me escuche sin “la guardia” tan alta planteando un punto medio, o bien, siendo humilde y aceptando la opinión del otro. Esto es para nada popular, pero es el modelo de Jesús.

Jesús nunca pretendió ganar una discusión o se exaltó porque no le creían. Dudaron en su cara, incluso sus discípulos, y su actitud nunca fue belicosa ni tratando de imponer su punto de vista y así ha ganado “adeptos” hasta el día de hoy. Él ganó perdiendo.

Esta actitud de ganar perdiendo la podemos ver claramente evidenciada en los matrimonios exitosos, si les preguntamos alguna de sus “recetas” estoy segura que aparecería entre miles ésta, no enfrascarse en discusiones innecesarias, siendo capaz de perder para ganar en unión, comprensión, amor, respeto, comunicación y esto no es ser complaciente, para nada, es darse cuenta que en ocasiones perder no tiene porqué ser humillante, sino una forma de acercarnos al carácter de Dios, aunque nos quede mucho trayecto para llegar hasta allí.

Ya sabes, la próxima vez que tengas la oportunidad de practicar este principio verás el poder que tiene en tu vida y en tus relaciones con los demás. Lo más paradójico de todo es que te convertirás ¡EN UN TREMENDO GANADOR!

Autora: Poly Toro

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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