¿NARCISISTA?
Según la mitología griega, Narciso era un joven bello, que despertaba la admiración de hombres y mujeres. Pero su arrogancia era tal, que rechazó a numerosas pretendientes. Hasta que una de las despechadas anheló la venganza. Y ese anhelo se cumplió cuando un día Narciso se acercó a una fuente, y al ver su imagen reflejada en el agua, quedó fascinado de la misma, al punto de auto enamorarse. Unas versiones dicen que en su ensimismamiento, Narciso cayó al estanque y murió ahogado.
Bien sabemos que eso es pura mitología; lo que sí es real es que aún en nuestros días se mantiene el término «narcisista» para definir a la persona ególatra, que se ama en demasía.
Ejemplos clásicos de narcisistas se han repetido a lo largo de la historia universal, sobre todo en personajes que han ostentado : gloria, fama, riquezas materiales, y poder, desde: reyes y reinas, condes y condesas, hasta magnates, presidentes, artistas y más figuras, públicas, a quienes ni siquiera la muerte los libra del fanatismo colectivo que despiertan en los demás. No olvidemos que hasta sus restos han ido a parar en ese mercado de pulgas al que muchos coleccionistas acuden, para disputarse un mechón de cabello, una prenda de vestir, un artículo cualquiera de su ídolo.
Querid@ amig@: Los adultos debemos enseñarles a nuestros chicos y jóvenes, que cuando una persona peca de vanidad, orgullo, vanagloria, quiere decir que se venera a sí mismo, con un sentimiento enfermizo, lo cual de plano desagrada a Dios, quien en suma es el único que merece todo honor y toda gloria .
Debemos prevenir a los niños y jóvenes, que no acerquen mucho sus alas a ese fuego del narcisismo personal, o de igual forma que no practiquen una admiración irracional hacia narcisistas, cuyos posters, y suvenires, los jóvenes exhiben en todo lado, empezando por su corazón.
La Sagrada Escritura, dice :
“PORQUE NADA DE LO QUE HAY EN EL MUNDO —LOS MALOS DESEOS DEL CUERPO, LA CODICIA DE LOS OJOS Y LA ARROGANCIA DE LA VIDA— PROVIENE DEL PADRE, SINO DEL MUNDO.”
(1 Juan 2:16)
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com