Rompe el silencio

Rompe el silencio

“Pocas cosas se parecen tanto a la muerte como el silencio y él lo sabe. En donde no hay lugar para las palabras aparece el sinsentido, lo inabordable. Eso que es imposible de hablar y que se pierde en una oscuridad sin nombre. Sólo un dolor mudo y lacerante se levanta como última barrera frente a la locura. Por eso su trabajo lo apasiona, lo seduce. (…) en cada historia se despliega una angustia que clama por ser callada. Y, extraña paradoja, la angustia sólo se silencia con palabras”.

Gabriel Rolón. Los Padecientes, pg.13. Emecé. Buenos Aires. 2010.

Tiempo atrás se conocieron las historias de mujeres que habían sufrido durante años, maltrato y abuso sexual por parte de sus propios padres, desde pequeñas. Hechos que no obstante haber ocurrido en diferentes y distantes lugares del mundo, fueron conocidos a través de los medios de prensa y conmovieron a la opinión pública.

Las historias de víctimas que durante años han estado sometidas al abuso, esclavas del dolor y del terror, pero sobre todo presas del silencio; nos sacuden, nos conmueven.

De cada una de estas historias, emergen al menos tres denominadores comunes: el silencio, la angustia, y la maldad que lejos de discernir entre uno y otro, hiere tanto a inocentes como a culpables. Un código de silencio envuelve tanto a víctimas como a victimarios, encerrándolos en una tumba de angustia y desolación, sumergiéndolos en una muerte en vida, sin posibilidad de salida.

El escritor argentino Guillermo Prein dice que los seres humanos ante circunstancias adversas tendemos a crear nuestras propias tumbas y encerrarnos en ellas, sepultando con nosotros sueños, ilusiones y proyectos de vida.

Es la puerta del dolor. Un evento trágico, traumático, no importa su índole produce en lo profundo del alma una herida. Una herida que a su manera duele, sangra, sin importar de qué lado de la vereda se encuentre -víctima o victimario-. Un punto de inflexión, una bisagra en la línea del tiempo que define un antes y un después.

Sin importar circunstancias ni tiempos, detrás de cada una de esas historias hay almas heridas. Almas con tobillos rotos, bloqueadas, imposibilitadas de caminar. No los tobillos de los pies. LOS DEL ALMA. Están literalmente estancadas. No caminan, pero no por que no quieran hacerlo. No lo hacen PORQUE NO PUEDEN. A menos que abran la puerta de su alma y alguien se presente y tenga a bien ayudarlos a salir, difícilmente lo van a poder hacer por sí mismas.

Alguien dijo que el silencio es la peor de las respuestas. El psicólogo argentino Gabriel Rolón -autor de la cita con que comienza el presente artículo- lo encuentra parecido a la muerte. En pocas palabras: vivir encerrado en tu propia tumba amasando angustia, mordiendo el dolor. La puerta del dolor debe ser abierta nuevamente. El dolor por donde mismo entró debe salir. No hay otro camino hacia la libertad.

Amado/a: si tu alma sufre, sin importar cuál sea la causa, es hora de que pidas a Dios que abra las puertas que deben ser abiertas. Luego, busca el consejo de pastores, maestros, profesionales de tu confianza que estén preparados para escucharte.

ROMPE EL CERROJO DE LA CÁRCEL DE TU SILENCIO.

Una nueva vida te espera.

Escrito para www.mensajesdeanimo.com

Autor: Luis Caccia Guerra



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2 Comentarios

  1. Carmen dice:

    Bendiciones! Se que sólo el profundo amor de Dios puede romper el cerrojo de la cárcel del silencio. A Nuestro Señor pedimos fortaleza, pues solos o solas no podemos. “Efesios 3:20”

  2. felipe dice:

    Es muy oportuno el comentario del silencio porque hay muchas personas y aún entre los cristianos que no dicen nada por temor a represalias o el que dirán, pero una de las armas fuertes que Dios nos ha dado es la comunicación entre los individuos y el diálogo para romper ese paradigma que se llama silencio.
    Gracias por cada mensaje de ánimo porque nos despierta el interés por conocer mas de la importancia de la comunicación y romper con ese espirtu del silencio que tiene atados amuchos. Que Dios los bendiga.

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