¿Te consideras un “cascarrabias”?

¿Te consideras un “cascarrabias”?

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.
  (Santiago 1:19-20)
 

Un hombre al que llamaremos Alfonso   relataba    que su carácter impulsivo, generalmente  lo hacía reventar en cólera a la menor provocación. Y asimismo decía que la mayor parte de las ocasiones, después de haberse excedido en sus impulsos,  se sentía avergonzado y terminaba esforzándose por   ofrecer disculpas y consolar a quien había afectado.

Un día un consejero espiritual,  que   encontró a Alfonso  deprimido después de una explosión de ira,   le entregó un papel totalmente liso,  y le  ordenó : “Estrújalo” . Alfonso obedeció haciendo una especie de  bola con el papel.

Luego el consejero agregó: Ahora déjalo como estaba antes”.

Por supuesto que  Alfonso no pudo hacerlo, pues por más que alisó y planchó el papel, éste quedó con las marcas de las arrugas.

Amigos, igual que Alfonso generalmente nuestros impulsos nos juegan malas pasadas, sobre todo en los momentos de discusión, pues el coraje determina que  nos ofusquemos y  arrojemos a los demás, palabras de grueso calibre, llenas de rencor   y hasta de  odio,   que posiblemente en ese instante ni siquiera las sintamos de corazón. Y claro, más  tarde, cuando recobramos la calma, viene el   cargo de conciencia, pero ya no podemos dar marcha atrás:  lo dicho, dicho está, lo grabado no se borra,  las palabras al igual que las flechas lanzadas, ya no regresan, y las    “arrugas” del corazón no se planchan.

Algunos tratados sugieren  utilizar el autocontrol; yo hablo de poner nuestras emociones en manos del gran sanador : Jesucristo, pues solamente Él puede darnos en los peores momentos, esa calma   que necesitamos y esa paz suya que sobrepasa todo entendimiento. Yo mismo, antes de conocerlo al Señor, casa adentro  era un cascarrabias empedernido. Luego  he ido dejando que sea Él quien tenga el control. Pues les cuento que la fórmula me ha resultado y me sigue funcionando para bien. En la Sagrada Escritura encontramos: No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.” (Eclesiastés 7:9)

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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