A las madres que guardan un dolor
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”.
Proverbios 31: 10
En países como el mío (Ecuador) cada segundo domingo de mayo se conmemora el Día de las Madres, de aquellas: enfermeras en la dolencia; abogadas en los problemas; maestras ante la ignorancia; consejeras en los conflictos; guerreras en las batallas; y, amigas que dan todo sin pedir nada a cambio. Sin duda esta fecha es de especial alegría para unas, pero también de tristeza singular para otras.
Ellas son las madres que desde algún centro carcelario, solas o con sus hijos, cuentan con avidez la llegada del añorado día de la libertad.
O aquellas que desde el borde de una cama de hospital, oran con firmeza pidiendo que alguien les done las medicinas que necesitan para salvar la vida de su hijo.
O son las que ceñidas en un vestido negro, no se confortan aún de su dolor por la partida hacía el infinito, del esposo, del hijo, del ser querido.
O quizá, son las madres que con un diagnóstico bajo el brazo, se dirigen a recibir la quimioterapia, la hemodiálisis: ese tratamiento que les permita asirse a la esperanza de un tiempo más de vida.
O son las madres con discapacidad, que sorteando obstáculos de toda índole, no se detienen ante nada por conseguir alimento para la casa.
O quien sabe, son las madres solteras, que con un retoño en brazos , caminan solas y juzgadas por la sociedad.
O pueden ser aquellas que desearían trasponer las millas de distancia que las separa del beso, del abrazo, o la caricia de sus hijos migrantes.
O son esas madres a quienes les sorprenden las madrugadas, aguardando la vuelta a casa, de aquel hijo delincuente que deambula por caminos errados.
O tal vez, son las madres pobres que recorren las plazas y parques vendiendo globos, tarjetas y flores para deleite de otras madres.
Querida amiga: si tu caso es similar al de las madres antes enunciadas, y por lo tanto anhelas que esta fecha sea una página urgente de ser volteada, no olvides que esa añorada paz interior, ese ansiado descanso, o ese amor incondicional que tanto buscas, no está tampoco en la celebración de un día regido por la tradición humana, en donde –con las excepciones del caso- hay mucho del simple anhelo de quedar bien, de compensar en un día todo el sentimiento que los hijos no fuimos capaces de entregar a diario; y hasta de seguirle la corriente al consumismo.
El amor duradero es un Don que se da y se recibe incondicionalmente, a diario, y que únicamente proviene de Dios, porque Él es amor. Él nos entiende, Él sabe por lo que estamos pasando, y por lo tanto siempre está dispuesto a tomar todas las cargas que pongamos a sus pies.
¿Justo hoy, te sientes más sola, triste y abatida que nunca? … entonces: búscalo, confía y descansa en Él.
“Dios me ha contestado: `Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad´. Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí”. (2 Corintios 12:9)
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
Hermosa reflexion!! Bendiciones!!
Bendiciones también para usted y los suyos, CArolina. Un abrazo en el Señor desde Loja Ecuador.