Aunque sea en una pierna, pero llega

Aunque sea en una pierna, pero llega 

“Los que esperan en el Señor

 tendrán nuevas fuerzas;

levantarán alas como las águilas;

correrán, y no se cansarán;

caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:31)

A pesar del alto nivel de los atletas que disputaban los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y del fuerte ritmo de entrenamientos, muchas   caídas fueron ineludibles.

Algunas  de ellas las registró  la prensa especializada, pasando a ser históricas, pero ninguna quizá  como la ocurrida al atleta Lui Xiang, campeón olímpico en Atenas 2004.
Xiang   en esta ocasión tropezó con una valla y cayó aparatosamente   en la pista. Al parecer Xiang no continuaría en la competencia, dado que había perdido toda posibilidad de triunfo, sin embargo una vez más se puso en vigencia el viejo refrán  del francés Pierre de Coubertin -uno de los artífices de los juegos olímpicos-  quien decía que lo importante no es ganar, sino  competir.

Con dicho pensamiento  y contando con la ayuda   de dos contendientes más: el   ecuatoriano – español   Jackson Quiñónez, y el británico Andrew Torner, el atleta chino   recorrió el  resto  de la pista hacia la meta,   saltando en una  pierna .  Obviamente la conmovedora escena, despertó la  ovación del público.

En la vida diaria y a partir de nuestros primeros pasos,   las caídas han  sido parte de la misma,    dejándonos secuelas temporales o definitivas, desde  el inocente raspón en los codos y rodillas, fáciles de aliviar con alguna pomada, saliva ,    o emplasto  ; hasta el clásico “chibolo” o “chichón” en la cabeza, fácil de solucionar con una venda. Quizá también quedó por allí  algún huesito fracturado, un ligamento roto, un tejido desparramado, o una lacra en el cuerpo, para recordarlo  de por vida.

Pero también han existido y existen otro tipo de “caídas”,  relacionadas más bien    con   los errores humanos: fracaso  académico;  desengaños amorosos, vicios,   adicciones,  despido laboral,  malos  negocios,  resquebrajamiento familiar,  delito,   reclusión carcelaria, etc. para  cuyo alivio,  no sirve ninguna  saliva, pomada o emplasto, amenazando más bien con dejarnos fuera de competición en las olimpiadas de la existencia.

Y es que precisamente  muchas veces nuestro  orgullo traducido en   egoísmo y autosuficiencia, nos ha mareado, haciéndonos  creer que somos una especie de semidioses merecedores de todo. Eso nos ha  llevado  a caer en  el error, en el desliz, en la falta. Y como dice la canción: “Mientras más alto volamos, nos duele más la caída”. Luego de esa experiencia,  quedamos tan traumados,  que nos resistimos a levantarnos,  prefiriendo seguir en el suelo,  auto compadeciéndonos de nuestra “mala suerte”.

Amigo, amiga: ¿ Te encuentras  caído? ¿Cometiste una falta seria?  … ¿Sientes temor de llegar delante de  Dios, porque crees que no te perdonará?…¿ Estás tentado a retirarte de la competencia? … No lo hagas: Levántate ahora mismo… Busca Dios sinceramente y prosigue; Él está para perdonarte, para ayudarte, para permitir que  aunque sea saltando en una pierna, llegues  a la  meta.

Solo ríndete  a Él; reconoce tu necesidad de Él; renuncia a tus propios afanes y permítele que actúe en tu vida .

No olvides lo que mencionó el salmista:  “…Sostiene Dios a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos…. (Salmos 145:14) 

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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