Cuelga tus tenis…
El otro día recordaba la escena de una película que me gusta mucho, se llama “Runaway Bride” (“Novia fugitiva”) y cuenta la historia de una mujer que había intentado casarse en muchas ocasiones, pero cada vez que estaba aproximándose al altar ¡salía corriendo!; cada vez con más originalidad, dejaba al novio y a los invitados en la iglesia y huía como si la siguiera una estampida de toros. Finalmente, la protagonista se enamora de su último intento fallido de boda, y cuando se da cuenta de que está lista para casarse de verdad, va donde su prometido y le entrega una caja, dentro de ella se encuentran sus tenis, sus zapatillas de correr. Lo anterior, simbolizaba que ya no quería salir corriendo y que estaba dispuesta a construir una vida junto a él. ¿Romántico, verdad?
Puede ser que ni tú ni yo salgamos en películas de Hollywood, pero estoy segura que existen más “fugitivas” como esta mujer. Yo soy la primera en decir ¡PRESENTE! Por más que me desagrade, debo reconocer que en muchas ocasiones de la vida, he querido salir corriendo, sobretodo cuando las cosas se ponen difíciles en cualquier ámbito de la vida…bueno, en algunos más que en otros. Cuando las cosas están bien, es muy fácil quedarse a disfrutarlas, pero cuando se pone cuesta arriba, cambia el escenario y también la disposición.
En cierta forma- y sin sentirme orgullosa por cierto- me parezco, más bien parecía, un poco a esta mujer. Voy a explicarlo un poco más. No sé si tú eres como era yo, o mejor digamos, si “conoces a alguien” que lo sea (¡para que no te delates!) que cuando en una relación de pareja, por ejemplo, ocurre un contratiempo en vez de querer superarlo quieres abandonar por temor a que vuelva a ocurrir, quieres “abandonar el barco”. Esta situación se me fue repitiendo en muchas áreas de mi vida: estudios, familia, pareja, y durante muchos años. Quería ponerme las tenis y salir corriendo hasta llegar a un lugar donde nadie me conociera o supiera de mi existencia. Pero en algún momento de mi vida, decidí dejar de arrancar.
Dejar de arrancar de las situaciones problemáticas o duras le roba experiencia a tu vida, le roba aprendizajes. Claro, cuando uno está en medio del plan de fuga, no parece sensato quedarse, pero debes estar atento a identificar el preciso momento en donde te das cuenta de que no te debes mover de allí, que aunque tengas que encadenarte a un árbol (ya, quizás exagero pero quiero que se entienda la idea) DEBES QUEDARTE A APRENDER Y VIVIR. Una vez me dijeron que los días nublados también son parte del crecimiento, y es cierto. Naturalmente hay situaciones que no nos hacen bien y debemos movernos hacia otros lugares, por ejemplo, una pareja maltratadora, un jefe abusador, etc. Acá estoy hablando de dar la pelea, de luchar una milla más.
Cuando uno va creciendo, cree que ya lo sabe todo, pero te sorprendería cómo logré aprender esto…alguien más joven que yo me hizo verlo sin decirme una palabra y descubrí que me estaba transformando en una profesional de las maratones. Pero ya no quiero correr, me quiero quedar a aprender, a vivir mis aprendizajes y a esforzarme porque las cosas resulten, hasta que yo, conscientemente, pueda decir “hice TODO lo que estaba en mis manos”. Esa sensación es IMPAGABLE en la vida. Es la sensación del deber cumplido.
La próxima vez que estés atando tus tenis para huir ante el primer obstáculo que se te presente en la vida, recuerda que así como naciste dotado de la capacidad de correr, también lo hiciste con la capacidad de aprender, y eso te durará toda la vida.
Hoy más que nunca es tiempo de luchar, de perseverar, de creer que se puede, de confiar en que será posible y de contagiar a otras personas con este deseo de INTENTARLO TODO. Es mejor quedar agotado por hacerle frente a los obstáculos, que por haber corrido muchos kilómetros sin conquistar NADA. Cuando te quedas, conquistas tu propia vida.
Cuelga tus tenis, aún no es tiempo de correr…
Autora: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
Extraordinario comentario yo me apunto en las que siempre desea correr y correr huyendo de la realidad que mensaje tan aleccionador infinitas bencidicones de nuestro padre Dios gracias de verdad
gracias….definitivamente me sentí identificado, a veces pareciera que tengo mucho afán…y quizás realmente no es así… quizás es que quiero huirle a las situaciones de la vida….la ansiedad que causan las relaciones…gracias por que has traído al conciente algo que era inconciente, asi que asumire los momentos que Dios me ponga en el camino, hasta crecer
Soy las que últimamente huye de las cosas que debo cumplir. Pero es verdad que si no las afrontamos que experiencia de vida vamos a tener para compartir con los demás.
Gracias la reflexión me ayudó a ver muchas cosas.
Abrazos