El amor no espera

EL AMOR NO ESPERA

el amor no esperaUn relato firmado por Miguel Ángel Cornejo, cuenta de un viejecito   enfermo y cansado, que vivía en   abundante pobreza. El tenía cuatro hijos, y de ninguno de ellos recibía la menor atención.

En su pequeñísima granja deambulaban unas cuantas aves de corral , que existían casi de milagro, y que por lo menos no dejaban de poner un par de huevos diariamente. El resto de la dieta que el anciano  consumía, eran unas cuantas frutas silvestres recolectadas con mucho esfuerzo.

Un día, buscando entre sus escasas pertenencias, encontró dos monedas de plata y se le ocurrió una idea: En el pueblo las ofreció a  un mercader de artículos antiguos,  a cambio de   un viejo baúl, al que  con dificultad   llevó a su choza,  y lo colocó en  un sitio visible  .

Por casualidad uno de sus hijos lo visitó,  e intrigado le preguntó: Padre ¿Qué guardas en ese baúl?

Un secreto -le contestó- que solamente conocerán tú y tus hermanos,  el día en que me muera, pues ahí está toda mi herencia.

Al día siguiente  enterró el baúl debajo de su lecho. Y cuál  fue su sorpresa? … que a partir de entonces, los hijos empezaron a visitarlo, a diario:  le llevaban alimentos y turnándose entre  todos  mantenían su choza bastante limpia.

Un día el anciano murió . Como era obvio,   los hijos  acudieron a velarlo, darle sepultura, y por supuesto a conocer detalles  sobre la herencia.  Así es que desenterraron y abrieron el cofre, encontrando en su interior  un pedazo  de papel manuscrito, que entre otras cosas  decía  : Hijos míos,  el auténtico  amor se entrega generosamente, sin esperar recompensa. Hubiera deseado dejarles más, pero mi   única herencia es   mi gratitud  por lo que me dieron en vida.”

Queridos lectores: ¿Cuántas veces hemos extendido  la mano para ayudar, para   presentar una ofrenda, para dar limosna, consuelo, protección, auxilio, a nuestros semejantes,  pero en el fondo calculando recibir algo a cambio? O sea: dando un amor condicionado.

De igual forma cuántas veces hemos hecho algo parecido con Dios:  nos acercamos a ofrecerle nuestro corazón, nuestra honra, alabanza y adoración,  únicamente cuando estamos en problemas, cuando necesitamos un milagro, o un favor; luego de ello, sea que  haya concedido o no  nuestras peticiones,  nos alejamos de El,  quizá hasta que se presente una nueva necesidad.

 Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.   Nadie tiene amor más grande que el dar la  vida por sus amigos. (Juan 15:12,13).

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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1 Comentario

  1. gracias, estos mensajes me han ayudado a cambiar mi vida. ¡DIOS LOS BENDIGA MUCHO MÁS!

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