El billete estropeado

El billete estropeado

billete arrugadoUn  reconocido conferencista   dio inicio a su seminario mostrando  un billete ante  las  doscientas personas que lo escuchaban, y les preguntó:     “¿A quién le gustaría tener este billete de cien  dólares?”

Las manos del público de inmediato comenzaron a levantarse.

El conferencista continuó:  “Muy bien, voy a entregarlo a uno de ustedes, pero antes, déjenme hacer esto…” entonces tomó el billete entre sus  manos, y como si fuera un papel a lanzar  en el tacho  de basura, lo estrujó. Y nuevamente preguntó: “¿Y ahora quién  quiere el billete?” Muchas manos, continuaban todavía alzadas en señal de aprobación.

Bien –replicó el conferencista- ¿y ahora qué tal si hago esto?“… Y  arrojando el billete al suelo,  comenzó a pisotearlo. Después lo levantó,  arrugado y sucio, para insistir en la pregunta: “¿Qué dicen : alguien aún  lo desea ?”. Las manos del público asistente permanecían levantadas.

  “Amigos míos -dijo el conferencista- todos ustedes han aprendido una lección muy valiosa:  No importa lo que le pasaba al  billete;  ustedes igual lo querían, porque su valor,  pese al maltrato, jamás  disminuyó.

Queridos lectores: ¡Qué buena lección para aplicarla a nuestra vida cotidiana!  pues   cuántas veces a lo largo de la existencia somos golpeados  por los problemas, maltratados por las crisis, pisoteados por las calamidades. ¿O cuántas veces hemos sido objeto de: traiciones,   vejámenes, deslealtades, abusos y más, por parte de quienes nos rodean, sintiéndonos   en esos momentos    despreciados, disminuidos,  sin valor.?

Es bueno que recordemos entonces que pese a lo maltrechos que nos encontremos en el camino, si bien para otros podríamos ser objeto de desprecio, en cambio para Dios por su infinita bondad, siempre seguimos manteniendo  el mismo valor.

 “Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme”.(Sal. 40:1,2)

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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