El lápiz portaminas 

Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo paciente y humilde de verdad. Conmigo podrían descansar.

Mateo 11, 28-29

Desde pequeña para hacer mis tareas escolares he usado lápices de carbón, aquellos que necesitan de un tajador.

Siempre veía como mis compañeras usaban, algunas de ellas, lápices portaminas. A mí nunca me llamó la atención a pesar de que decían era práctico.

Un nuevo ciclo universitario ha vuelto a empezar y mi abuelito unos días antes de ello me regaló un lápiz portaminas, y a pesar que ya había comprado mi habitual lápiz carbón decidí llevarlo conmigo.

Me olvidé del tajador y me preocupé en comprar minas, las clases empezaron y me dije: ¡wow, qué práctico es este lápiz! Me encontraba feliz con mi nuevo lápiz hasta que mi nuevo amigo de estudios me dio una lección y sé que a través de él Dios me dio un mensaje más que alentador, exhortador.

Los primeros días de clases fueron muy duros porque además de la universidad estoy tomando otro curso más fuera de ella. Salgo de casa muy temprano en la mañana y no llego hasta muy tarde en la noche. El cansancio físico no se hizo esperar y algunas quejas, debo admitir, no dejaron de aflorar.

Sumado al cansancio, se sumó la recarga de tareas, trabajos y el ponerme a pensar que necesito dedicar más tiempo a practicar algunas lecciones.

Hubo una pequeña práctica la semana pasado cuyo resultado supe ayer, en esa materia me defiendo pero como estaba cansada no presté la atención que debí prestar a la historia que la profesora de una lengua extranjera explicó, yo pensaba que dejaría una tarea para presentar la siguiente clase, pero no fue así. Y de pronto dijo, saquen una hoja y redacten lo que les acabo de contar.

Saqué la hoja y redacté, ayer recibí la nota y me puso muy grande: ¡Falta de comprensión! Resulta que confundí los personajes y a pesar que conjugué bien los verbos e hice un esfuerzo por recordar sinónimos, obtuve una nota desalentadora.

Me sentí derrotada, triste y no sabía qué hacer, se me pasó por la mente salir del aula y ponerme a caminar mientras le decía a Dios, ¿estás seguro que soy para esta carrera? Y mientras lo pensaba estaba  apuntando todo lo que profesora nos explicaba y de pronto la punta del lápiz portaminas se rompió, no se me había roto antes y cuando eso pasó presioné la parte superior para que saliera la siguiente mina. Y al cabo de algunos minutos otra vez se volvió a romper y yo otra vez presioné la parte superior, en las otras clases sucedió lo mismo.

Hasta que en la última clase me di cuenta que las minas eran las fuerzas que menguaban pero que siempre iba a tener más minas de reserva, claro siempre y cuando las cargue.

No se rinda, si tuvo un fracaso grande o pequeño, significante o insignificante siga presionando la parte de arriba de su ser, es decir su fe, seguridad que si está con Dios, Él nunca lo dejará sin provisiones porque es Él quien le renueva las fuerzas para que continúe su camino.

Cada vez que la mina de su lápiz portaminas se rompa recuerde que tiene provisiones en Cristo, Él nunca lo dejará desamparado y mucho menos derrotado. Siga caminando, siga pidiéndole a Jesús que renueve sus fuerzas y Él lo hará de una manera personal.

Autora: Estephany Cordova

Escrito para www.mensajesdeanimo.com