Mientras más “ruido”, más vacía
Un padre con su hijo transitaban un camino de tierra en medio del campo.
El padre se detiene y le dice a su hijo: ¿escuchas eso?
El niño respondió rápidamente: -sí, el murmullo del arroyo.
–No, replicó el padre, hay algo más… El niño escuchó ahora con más atención y después de una pausa, respondió: -¡Ah, sí! ¡Parece una carreta a la distancia!
–Así es, dijo el padre. -¡Y viene vacía!
El niño lo miró sorprendido. ¿Cómo sabía su papá que venía vacía si ni siquiera la podían ver aún?
-¿Por qué estás tan seguro de que viene vacía? Preguntó con curiosidad.
-Por el ruido, hijo. Hace mucho ruido. La carreta mientras más ruido hace, más vacía está.
Esto me recordó viejas etapas de mi propia vida. En alguna época fui por largo tiempo una carreta vacía. Amaba los primeros asientos en el templo, continuamente interrumpía, gesticulaba, hablaba mucho y si no conseguía llamar la atención hacia mí mismo, el día no estaba completo.
¡Realmente me gustaba el ruido! ¡Pero qué vacío estaba por dentro y no me daba cuenta de ello!
Me costó años de lucha y oración reconocer mi error. Asumir que mi vida estaba vacía y a la deriva. Que a pesar de ser creyente, estaba errando el rumbo. Hoy veo con tristeza a otros hermanos transitando el mismo camino. Hablan demasiado, interrumpen, con frecuencia dan respuestas amargas, manipulan a sus cercanos, gesticulan, están continuamente llamando la atención, buscando protagonismo… ¡Carretas vacías!
Una decepción, sueños que no se concretan, resentimientos, baja autoestima, deseos o necesidades no satisfechos, frustración; entre muchas otras cosas -o tal vez la suma de unas cuantas de ellas- pueden hacer que pierdas de vista todo lo que eres y Dios te ha dado. Que en tus palabras vivas invocando a Dios, pero hayas tomado por tu propia cuenta el timón de tu vida, olvidándote que le perteneces y que tus planes ya no son tus planes, que tu vida ya no es tu vida… en pocas palabras: actuando como si Dios es quien estuviera a tu servicio y no tú al servicio de Él.
Cuando veas a alguien así, debes saber que detrás de su exhuberancia verbal probablemente haya una persona triste y frustrada. En este sentido, todos y cada uno de nosotros nos debemos oración los unos por los otros… porque cualquiera puede convertirse en una carreta vacía.
Amada/o: Permite que la luz de Dios ilumine tu alma, de tal manera que no pierdas de vista el inmenso valor que El te ha dado y lo mucho que significas para quienes te aman y te rodean.
Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
Hermosa enseñanza!!! No quiero ser una carreta vacía ni errar en el rumbo. Gracias
Que ilsutre moraleja.. muchas veces vemos pasar tantas carretotas y tambien entramos en protagonismo de serlas, lo bueno es que cuando conocemos a nuestro padre este nos coge y no permite que nos quedemos como antes si no que estamos siempre cambiando mejorando gracias a el.
Gracias por darme esa palabra de ministracion para mi vida, NO QUIERO SER UNA CARRETA VACIA.
bellas palabras de vida,DIOS LO BENDIGA Y GUARDE.
Tristemente hay muchas carretas vacías en el mundo…y me toca muy de cerca…muy buena reflexión, bendiciones.