No generalices; sigue ayudando
“Ustedes han oído que se dijo:
`Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.´
Pero yo les digo:
Amen a sus enemigos
y oren por quienes los persiguen,
para que sean hijos de su Padre
que está en el cielo.
Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.
(Mateo 5: 43-45)
Cuentan que un hombre espiritual, al percatarse que un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua; mas cuando lo hizo, recibió la picadura del mencionado bicho. Por la reacción al dolor, el hombre automáticamente soltó al alacrán, el mismo que nuevamente empezó a ahogarse. Entonces el hombre por segunda ocasión intentó rescatarlo, pero al hacerlo, otra vez fue aguijoneado.
Alguien que había observado todo esto desde un comienzo, se acercó al hombre y le dijo:
-Perdone, ¡pero usted es terco! ¿Qué no ve que cada vez que intente tocarlo, el alacrán lo picará?.
El hombre respondió:
–La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar; pero mi naturaleza es ayudar, y eso tampoco va a cambiar.
Diciendo esto, tomó una hoja y sacó al animalito del agua.
Amigo y amiga: cuántas veces en el diario trajinar te sucedió algo parecido: intentaste ayudar y resultaste lastimado por quienes recibieron tu apoyo. Esa circunstancia determinó a lo mejor que tu corazón se vuelva duro, que busque el desquite o que te desmotive a socorrer a otros en una próxima oportunidad.
Pues no claudiques en tus buenas acciones; si alguien te provoca daño, no generalices ese caso con el resto. Sigue ayudando, aunque claro, deberás tomar tus precauciones.
El rey Salomón decía: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará.” (Prov. 25:21-22).
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com