Queriendo conocer como Dios
«No sean altaneros», digo a los altivos;
«No sean soberbios», ordeno a los impíos;
«No hagan gala de soberbia contra el cielo,
ni hablen con aires de suficiencia.»
(Salmos 74:4,5)
Desde la construcción de la Torre de Babel , pasando por los viajes a otros planetas y la clonación de especies vivas, el humano no para en sus soberbios intentos por saberlo todo, descubrirlo todo , acercarse a Dios, no para amarlo, precisamente, sino para presuntuosamente competir con Él, estar a la altura de “Su conocimiento” .
Ahora, el nuevo “juguete” que tiene entre sus manos, desde el 2008 es el Gran Colisionador (LHC) un gigante y costoso aparato en el cual intervienen miles de científicos e ingenieros de laboratorios y universidades de todo el mundo, quienes están interesados en temas propios de su especialidad : estructura y origen de la materia; partículas, átomos, masa; y, otros más, que guardan relación con el denominado “Big Bang”, o esa gran explosión , que según algunos científicos, determinó la creación del universo.
Muchos como yo no entenderán a plenitud sobre masa, átomos, protones y agujeros negros, pero sí comprenderán –al igual que yo- que dicho proyecto, al ser evaluado en una inversión que iría de 3 mil 500 a 6 mil 500 millones de euros, provoca terribles paradojas humanas como las siguientes : Mientras andamos interesados en saber cómo mismo se formó el universo, nuestro planeta sigue consumiéndose en una nube de contaminación originada por nuestra propia mano. Mientras sacamos dinero para este tipo de proyectos, lo escondemos para paliar el hambre de los millones de seres que diariamente mueren de hambre y sed. Mientras deseamos saber si hay habitantes en otros planetas, no nos llevamos del todo bien con los del nuestro; y, mientras queremos abrir nuevos espacios de comunicación universal, acá en la tierra cada día nos entendemos menos. En términos vulgares, empezamos a construir en casa una piscina, cuando ni siquiera tenemos agua para beber.
Lamentablemente la historia se repite dejándonos duras lecciones, como ésta, la de entender que la fiebre del conocimiento desmesurado es una especie de comején que avanza hacia el centro del corazón humano; lo infla de soberbia, y termina haciéndolo explotar.
Amigo, amiga: que en tu hogar no te pase algo parecido , que por estar enfocado en tus propios afanes y delirios de grandeza; o en buscar conocimiento, éxitos y prosperidad personal, te vayas a olvidar de los tuyos en casa, al punto de producirles abandono, dolor, y resentimiento perpetuo.
La Sagrada Escritura dice: “Ustedes esperan mucho, pero cosechan poco. Lo que almacenan en su casa, yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué? ¡Porque mi casa está en ruinas, mientras ustedes sólo se ocupan de la suya! -afirma el Señor Todopoderoso- ”(Hageo 1:9)
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
tremenda palabra!!!!!!!!!! gracias. bendiciones.