Relevante
En reiteradas ocasiones (incluso más de las que a veces quisiera) analizo mi vida y reflexiono en torno a cuál ha sido mi “aporte” o aquello que ha hecho distintiva mi vida de la vida del resto de las personas que me rodean. A veces me doy una respuesta alentadora y otras no tanto.
En las últimas semanas cada vez que prendemos el televisor o leemos un diario nos encontramos con información sobre los juegos olímpicos; deportistas de alto nivel compiten por ganarse una medalla que reconozca su rendimiento, pero también que honre a su país y los haga estar orgullosos de ellos. Un gimnasta chileno, Tomás González, erizó la piel de la gente de mi país cuando obtuvo el cuarto lugar en la final de salto olímpico. Sin embargo, no todo fue alegría, mucha gente juzgó como “malo” el desempeño del gimnasta y declaró que quienes se sentían contentos con este cuarto lugar eran “mediocres” y “conformistas”.
Lo anterior me dio mucho para pensar. El “triunfo” de Tomás no estuvo en el lugar que obtuvo o en lo extraordinario o impecable de su desempeño, la ganancia estuvo en que sobresalió, se destacó de entre sus pares, lo que hizo fue importante y significativo, en otras palabras, el joven fue RELEVANTE.
Me gusta el poder que tiene esta palabra, porque mientras muchos pueden hacer grandes proezas, si estas no son significativas no son más que un apartado en una línea de tiempo que tarde o temprano se olvida, pero si somos capaces de ser RELEVANTES, podemos transformar la historia, nuestra propia historia.
No puedo dejar de pensar en personajes históricos como Gandhi, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, entre muchos más. Si hay algo que tienen en común todos estos nombres es que hicieron algo extraordinario no para ellos sino que para otros, lo que los hace ser aún más extraordinarios desde mi interpretación de la realidad. De quienes han sobresalido me quedo con el más grande de todos: Jesús. Jesús se destacó de entre sus pares desde pequeño, siempre sus enseñanzas eran significativas, su rol en la sociedad judía fue muy importante, Él fue RELEVANTE. Y lo fue hasta más allá de su muerte física, más allá de esa cruz de madera.
Tal vez ni tú ni yo figuremos en los libros de historia. Tal vez sólo nuestra familia y núcleo cercano nos conozca y sepa de nuestra existencia, pero para ellos podemos transformarnos en RELEVANTES, destacarnos por algo, un gesto, una actitud, una acción, lo que sea. Podemos ser importantes, significativos y sobresalientes a nuestra propia escala. No necesitamos una medalla para serlo, necesitamos una disposición de corazón y para eso tenemos que tener una actitud dispuesta a marcar la diferencia en lo que hacemos y en nuestra forma de relacionarnos con los demás.
Tal vez Tomás, el gimnasta chileno, no obtuvo una medalla, pero él hoy se ha transformado en un joven RELEVANTE, y eso vale más que cualquier medalla de oro o trofeo.
Yo también quiero ser relevante ¿Y tú?
Autora: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
Cuantas medallas consiguió Teresa de Calcuta pues creo que ninguna,pero eso no le importó para hacer feliz a muchas personas que necesitaba de su entrega y trabajo.Solo había que tener un gran corazón lleno de amor para dar a los pobres.Y ella lo tuvo fue relevante.
Ganar una medalla es muy bonito para cualquier país,pero más bonito es haber participado en honor a su país,y quedar cuarto le honra,ya quisieran muchos coger un cuarto lugar.Tomás tienes un corazón de oro que es lo que importa.
La medalla más grande y que supera el oro es la
de la honradez,y humildad.Con esas virtudes lo
tiene más que ganado.Eres un campeón.
No siempre por perder una medalla está todo perdido,hay muchas más cosas importantes en la vida que no requieren medallas y sin embargo no
le damos importancia.quien tenga un corazón lleno de amor y humildad,ya es para darle un sobresaliente,no hay mejor medalla que tener dignidad de persona y todo participante la tiene.
Unas veces se gana y otras se pierde.Pero mientras no pierdas las ganas con la que luchas siempre serás un gran CAMPEÓN.No hay mejor olimpiada que amar a JESÚS.
No siempre estamos dispuestos a que nos ganemos una medalla,lo más bonito es hacer amigos de otros
países del mundo,luego si nos podemos colgar una
medalla mucho mejor para las ilusiones de los atletas.Pero si no ya con ser participante en unas olimpiadas ya es todo un excito.pueden sentirse
orgullosos y con matricula de honor por estar ahí.
Bendiciones para todos los participantes.
La primera y mayor recompensa para el competidor, debería ser el haberse vencido a sí mismo. Lo demás es bonito, pero solo externo.
Bueno y oportuno el tema. Bendiciones.