Señales para otros
que está en el ojo de tu hermano,
y no te das cuenta de la viga
que está en tu propio ojo?
(Mateo 7: 3)
Se cuenta que un día de tantos, varios oficiales de policía estaban instalando en la calle, algunas señales de tránsito, entre ellas, unos carteles que advertían no exceder el límite de velocidad.
De pronto otro oficial se acercó en su patrullero; se bajó, y procedió a pegar en el parabrisas del auto-patrulla de sus compañeros, una papeleta de multa por estacionamiento indebido. ¿Qué estaba ocurriendo? … pues que ese día los gendarmes, en su afán por atrapar infractores de tránsito, no notaron que ellos también habían cometido una contravención, al estacionar su propio auto patrulla, justo en el lado equivocado de la carretera.
Como era obvio de suponer, se resistieron a ser amonestados.
Amigo, amiga, al igual que en esta peculiar anécdota, así ocurre en nuestra vida espiritual, pues resulta más fácil señalar, detectar y juzgar las faltas de los demás, que reconocer las nuestras. Algunos somos expertos en criticar, murmurar y juzgar al resto, mientras sutilmente intentamos cubrir nuestros propios defectos. Más o menos como la actitud de ciertos líderes políticos, quienes en sus campañas proselitistas en busca del favor del electorado, se dedican más a hablar de las fallas, limitaciones y hasta defectos personales de sus oponentes, antes que a promocionar sus propios planes y fortalezas. No dicen: “Voten por mí , porque soy…” , sino: “NO voten por él, porque es… ”
Este tipo de actitudes se podrían comparar con la de aquel fariseo jactancioso, quien en el templo y puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “ Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana, y doy diezmos de todo lo que gano…. (Parábola del fariseo y publicano : Lucas 18: 9-14)
Diciéndolo en sentido figurado: dejemos de estar preocupados o preocupadas solamente en instalar : normas, reglas, pautas o “señales de tránsito” para los demás, no sea cosa que por hacerlo, estemos desconociendo las multas por estacionamiento indebido, que Dios nos dejará en nuestro propio parabrisas.
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com