Si no fuera por tu gracia y por tu amor

Si no fuera por tu gracia y por tu amor

sino fuera por tu gracia

Uno de mis temas favoritos:  “Qué sería de mí” por Jesús Adrián Romero, a la hora de escribir estas líneas, sonaba una y otra vez en mis auriculares.

“¿Qué sería de mí si no me hubieras alcanzado?/¿Dónde estaría hoy si no me hubieras perdonado?/Tendría un vacío en mi corazón/Vagaría sin rumbo, sin dirección/Si no fuera por tu Gracia y por tu amor.”

Me emociona hasta las lágrimas cada vez que escucho esa dulce y hermosa canción. Y es que cada vez que pienso en TODO lo que Dios tuvo a bien perdonarme; lo que me hicieron  compañeros de trabajo, jefes, amigos, vecinos, familiares, conocidos… hermanos, pastores y líderes eclesiásticos… y la larga lista de seres humanos que alguna vez nos han hecho algo indebido; queda desdibujado, se disipa ante la dantesca, inconmesurable, generosa, inagotable e infinita Gracia de nuestro querido, amado, Señor.

A menudo me toca soportar gente a quienes se les llena la boca con la palabra “convivencia”, cuando ellas mismas son las que generan situaciones tan conflictivas como ríspidas, que hacen tan difícil, dificultosa, pesada, insalubre la tan mentada “convivencia”…  He visto a personas ciegas físicamente llevar con mucha dignidad su limitación visual… pero ¿Por qué será que es tan fácil ver la paja en el ojo del prójimo y ser tan pobre y miserable ciego como para no poder ver la tremenda y pesada viga que llevamos en nuestro propio ojo?

Cuando medito en el Salmo 8 “…  ¿Qué es el hombre,  para que tengas de él memoria,  Y el hijo del hombre,  para que lo visites? y veo todas y cada una de las maldades, descuidos, malas actitudes, indiferencia, desprecio, aparteid, discriminación de que he sido objeto, descubro que pasan absolutamente todas a segundo plano cuando pienso en TODO lo que Dios en su amor y misericordia tuvo a bien perdonarme a mí. ¡GRACIAS AMADO SEÑOR!

Podría haber hecho como el fariseo que daba gracias porque no era como los demás (Lucas 18:11). Sin embargo, hoy preferí  elevar una plegaria a Dios: “Señor, sé propicio a mí pecador” (Lucas 18:13).

Por: Luis Caccia Guerra

Escrito para mensajesdeanimo.com 



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