¿Te atreverás a salir del closet?
“Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, y que te dice: `No temas, yo te ayudaré”.
(Isaías 41:13)
De un tiempo a esta parte, ha cobrado fuerza la expresión: “salir del closet”, aplicada básicamente a quienes han decidido saltar a la luz pública para anunciar su tendencia sexual diferente a la que representan. Como no podía ser de otra manera, la prensa sensacionalista recoge con lujo de detalles los testimonios de personajes famosos (artistas, escritores, deportistas , etc.) que han decidido revelar públicamente , todo aquello que hasta hace poco mantuvieron en secreto “dentro del armario”: homosexualidad , fobias, incesto, consumo de sustancias narcóticas…etc. Los medios especializados en esos temas, pagan lo que sea para obtener la primicia sobre historias de esa naturaleza.
Intentando hacer una analogía por contraste, con la vida cristiana, existen muchísimos creyentes que pese a su íntimo amor por el Señor, aún no se atreven a declararlo en público, no se animan a “salir del closet” y mostrar su fe al mundo. Por lo general se trata de cristianos con gran devoción, pero solo en el interior de sus congregaciones, entre sus pastores, entre sus guías, entre otros cristianos. Sal en el salero.
Personalmente me ocurría algo similar cuando recién acepté al Señor, ya que asistía a la iglesia con gran interés; mostraba afán por Dios, por Su palabra, por trabajar en Su obra. Mas, cuando estaba en la casa, en la calle, en la plaza, con familiares , vecinos, amigos, o colegas de oficio, me avergonzaba hablar de Dios; de contar mi testimonio. Percibía que sentimientos de pena rechazo, burla y hasta enojo se venían por parte de ellos hacia mí. En el fondo tenía temor a que me excluyan, a perderlos como “amigos” … Claro, aún no estaba preparado para afrontarlo.
¿Es cierto que te has hecho hermanito? ..¿Es cierto que estás asistiendo a una iglesia?… ¿Es cierto que ya no podemos contar contigo para la parranda?… -me increpaban algunos cercanos- mientras sentía que se me “unía el cielo y la tierra” Entonces buscaba argumentos para dar una respuesta que les satisfaga, pero que no me comprometa. Y a la vez que escondía de sus ojos mi Biblia, desviaba la charla a cualquier asunto típico, como: “¿ustedes creen que Maradona llegó a ser mejor que Pelé, o viceversa?
Sintetizando: me daba vergüenza reconocer frontalmente mi fe en el Señor, por ello andaba como Pedro, negándolo por doquier, por más que todos los gallos de la ciudad me lo recordaban. Era obvio, no deseaba ser visto como : fanático, debilucho, o santurrón, en el ambiente intelectual en donde temas : Dios, Iglesia, Fe… son para gente débil, ilusa; viejecitas desocupadas.
Querido amigo (a) ¿te está pasando algo similar?… ¿Dentro de tu congregación te identificas plenamente con el Señor (cantas, alabas, oras, compartes la Escritura, te quebrantas a todo pulmón), pero fuera de ella, los prejuicios te han obligado a callar tu fe, tu amor y tu dependencia hacia Dios?
Tranquilo (a), pues si realmente muestras interés sincero en el Señor , Él mismo irá moldeando tu carácter , dándote la sabiduría y el temple necesarios para enfrentar lo que venga, cuando hayas decidido “salir de tu closet” religioso.
La SE. dice : “Sed firmes y valientes; no teman ni se aterroricen ante ellos, porque el Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará. (Deuteronomio 31:6).
Autor: William Brayanes
Escrito para www.mensajesdeanimo.com
Gracias Dios mío por este mensaje maravilloso, que llegó en el momento justo. Gracias por Mensajes de ánimo y por sus colaboradores. Gracias por los creadores de estos sitios que hacen que te conozcamos cada día más por este medio. Bendice su obra Señor, no permitas que el enemigo los desanime. Dios los bendiga y bendiga su labor.
Comparto plenamente el mensaje de hoy, porque es realidad en la vida de muchos creyentes nuevos y talvez no tan nuevos en la fe. Sin embargo en mi caso particular, nunca jamás me avergoncé del evangelio, porque nací en cuna evangélica, todos los vecinos y amigos del barrio sabían de nuestra fe, y se burlaban en cada ocasión que podían, pero a mi nunca me molestó ni tampoco me desanimó. Recuerdo que cuando joven subía los domingos en mi bicicleta, con mi Biblia y con mi Himnario, y cuando me veían salir, me gritaban El Mormón, y se reían como se ríen los ignorantes. En la esquina de mi casa paterna había una cancha de fútbol, yo siempre jugaba con ellos y nunca me despreciaron por ser creyente, ellos en su corazón conocían mi fe en el Señor, me querían, y nunca me obligaron a tomar cerveza, ni vino que ellos tomaban, siempre me compraban un gaseosa para mi, y compartían sus experiencias conmigo. En síntesis, me querían, me aceptaban y confiaban en mi. Toda mi flia. tuvo siempre el afecto humano de todos los vecinos y amigos del barrio. Además mis padres siempre les dieron testimonio de nuestra fe, incluso la primera asamblea del barrio, se inauguró en mi casa. Es cuchaban la predicación desde la esquina y mandaban a sus hijos, a la Escuelita Dominical. En el velatorio de mis padres una gran parte de todos ellos, nos acompañaron con un sentido pesar, porque los querían como personas y como creyentes. La gloria sea al Señor. “Porque no me averguenzo del evangelio, porque es poder de Dios, para salvación de todo aquel que cree, al Judío primeramente y también al griego”.