Una historia cherokee

UNA  HISTORIA CHEROKEE

UNA HISTORIACuentan que cuando un niño de la tribu Cherokee empieza su adolescencia, debe  pasar la siguiente prueba: su padre lo lleva al bosque;  le venda los ojos y lo abandona.  El niño debe  permanecer sentado  en un tronco toda la noche, sin  sacarse la venda, hasta que los rayos del sol brillen en el nuevo día.   Tampoco   puede pedir auxilio a nadie.  Solamente cuando haya pasado dicha prueba,  lo podrán considerar en la tribu, realmente un hombre . Y asimismo jamás podrá  contar a nadie su experiencia,  ya que  es secreta  y personal, pues  cada chico debe experimentar la madurez por sí mismo.

Ustedes se preguntarán: ¿Qué es lo que ocurrirá durante esa noche?… pues que el niño esté  terriblemente aterrorizado,  ya que estará  propenso a escuchar  toda clase de ruidos, entre  conocidos y extraños:   el soplo del  viento, el crujido de la  hojarasca;  bestias salvajes que merodean por los  alrededores;  lobos que aúllan, quizás alguna voz humana que esté tramando hacerle daño, etc. y sin que pueda hacer nada al respecto.

Después de tan horrible noche;  llega el amanecer, aparece el sol y ahora sí,    el chico podrá quitarse la venda. Es allí cuando   lo primero que descubrirá es a su padre,  sentado junto a él, quien   le contará que  en realidad   nunca se fue,  que estuvo sentado, y en silencio, velando por él toda la noche, para protegerlo de cualquier posible peligro.

Dilectos visitantes:  Eso nos pasa en la vida diaria. Pues de igual  manera,  muchas veces atravesamos sufrimientos varios: crisis familiares, dificultades financieras, problemas de salud, vacíos emocionales… que nos mantienen  en   oscuridad espiritual, y nos hacen sentir  que hemos sido abandonados, que estamos solos. Sin embargo,  no es así,  pues  por más alejados de Dios que hayamos decidido estar,  Él sigue allí,  junto a nosotros, en un tronco cercano, velando por nuestro bienestar, y  esperando que la luz de la fe, llegue a nuestro corazón, y podamos reconocerlo.

El salmista al referirse al Señor dijo entre otras cosas:    Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. (Salmo 23: 4)

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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