Ya en confianza: ¿Cuál es tu ídolo?

Ya en confianza: ¿cuál es tu ídolo?

En  Buenos Aires existe un “Santuario” , en cuya especie de altar  se exhiben toda clase de esculturas, efigies, imágenes y   diversas representaciones desde  Jesús y la Virgen,  hasta  un tal “Gauchito Gil”,  la  “Santa Muerte” o la  “Difunta Correa”,  a quienes suele  acudir la masa para invocar milagros y   favores .

A  dicho lugar,   van  también muchos  admiradores del ex astro del fútbol mundial : Armando Maradona, quienes reconocen haber   visto en  él,  una especie de redentor vivo al que  pueden adorar, y  confiar sus destinos. Así justifican la existencia de la denominada Iglesia Maradoniana.

Esto me hace  recordar que en mi época de escuela y colegio,    igualmente veneraba    una serie de ídolos,  entre  ellos :   el   Rey Pelé,  Santo el Enmascarado de Plata, y  Los Beatles. De ellos conocía todo, al punto que sus imágenes impresas en   afiches, carteles, posters, cromos,   láminas, y recortes de  periódico,  se encontraban diseminados por toda la pared de mi humilde cuarto,    debajo del colchón y entre las hojas de mis libros de lectura.

De ellos me interesaba saber: cómo viven, cómo piensan, qué comen, en qué creen, y no creen, cuáles eran sus virtudes y también sus defectos para admirarlos en ambos campos.   Ellos –mis ídolos de barro- pese a percibirlos: grandiosos, lejanos e imposibles de acceder, desde el sitio donde los había puesto mi fantasía, influían en mis gustos, en  mis decisiones y  en mis metas.

Ventajosamente todo eso quedó en el pasado, como parte de la inmadurez  propia de un chico que atravesaba esa edad cronológica, que en mi país llaman la Edad del Burro.

Y es que la idolatría  ha sido practicada desde épocas tempranas en la historia de la humanidad. Una forma: la construcción de estatuas, imágenes o esculturas, para hacer de ellas un medio de adoración. Otra manera:  el  amor enfermizo por   todo aquello que se coloca en el corazón , por encima de   Dios.

Por eso  cuando hablamos de ídolos, no se trata solamente de la prioridad por las representaciones o  reliquias religiosas, sino también de la prioridad por cosas  cotidianas como : deporte, o   deportistas; arte o artistas, política o  políticos; ciencia o  científicos;  joyas,  ropa, comida, vicios… Inclusive nuestro propio pastor o líder de iglesia, puede llegar a convertirse en nuestro  ídolo, no se diga un  trabajo o una carrera  profesional  que  nos aparta egoístamente del resto, de los nuestros,  y por supuesto  de Dios.

Uno de los Diez Mandatos del Señor, y que intereses religiosos  lo han pasado por alto, dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni la honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…. ”     (Éxodo 20: 4, 5).

 Querido amigo y amiga, todos, consciente o inconscientemente  hemos levantado nuestros propios ídolos de barro, sobre  pedestales de veneración. ¿Tienes tú alguno por allí, camuflado, persistiendo  en ocupar  el centro de tu vida, que solo debería corresponderle al  Señor?

Autor: William Brayanes

Escrito para www.mensajesdeanimo.com



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